Nueva crítica gastronómica de un restaurante de la provincia de Barcelona, el restaurante Sala en Olost. Este restaurante de la comarca de Osona lo teníamos en nuestro radar desde que vimos que contaba con una estrella Michelin. Aprovechamos la celebración de un evento familiar como excusa para poder ir a descubrir este lugar.

La Fonda Sala de Olost

La Fonda Sala de Olost es un establecimiento de hostelería familiar ubicado en la comarca de Osona, a escasos 20 kilómetros de la capital Vic. Este pequeño pueblo de la zona del Lluçanès cuenta con una población de 1.190 habitantes según el registro de 2021 y con un restaurante con estrella Michelin.

Para aquellos que desconozcan el término de ‘fonda‘, quizás les es más familiar términos como mesón, posada o venta. Al final se trata de una hospedería más antigua y de menor calidad que un hotel en el cual se ofrece hospedaje y comidas.

La Fonda Sala está regentada por Toni Sala y Aurora Gabasa, quienes abrieron la fonda por allá por el 1959, hace ya algunos años. Su holgada experiencia en el mundo de la hostelería y restauración les permitió abrir en la década de los ochenta un nuevo espacio para su propio restaurante.

Restaurante Sala en Olost

El restaurante Sala otorga al pequeño pueblo de Olost ser uno de los municipios españoles con menor población que cuenta con una estrella Michelin. Y este no es un galardón que haya ganado recientemente ni mucho menos, el restaurante obtuvo esta distinción por primera vez en el año 1.992.

El restaurante de Osona cuenta con las dos ofertas gastronómicas típicas que son carta y menú. Los precios de los platos de la carta son muy variados en función del tipo de plato de que se trate. Podemos pagar 28 € por una Ensalada de langostinos y alcachofa con trufa negra o 42 € por unas Espardeñas a la meunière. Pero en la carta también tenemos platos con trufa negra de la zona (cuando es temporada) o platos con ingredientes de calidad como la gamba de Palamós o pulpitos de roca por los cuales pagaremos un precio mucho mayor.

Algo que para nosotros es esencial es contar con un menú degustación para poder saborear toda o gran parte de la propuesta del chef del restaurante. En nuestra visita, la Sala de Olost contaba con dos menús degustación. El primero, el ‘Menú degustación de temporada‘ con un precio de 90 € y el ‘Menú degustación de la trufa negra‘ con un precio de 150 €.

Crítica gastronómica del Sala en Olost

Local

Como hemos dicho, el restaurante Sala se encuentra en la pequeña localidad de Olost, por lo que encontrarlo no es para nada difícil. Aun menos cuando está enclavado en la Plaza Mayor, junto a la iglesia del municipio. Aparcar en esa zona es relativamente sencillo, ya que en la calle de acceso al restaurante (Passeig Dr. Lleopart) existen plazas para estacionar nuestro vehículo, así como una zona de parking asfaltada a mano derecha.

En medio de la plaza, a mano izquierda, se alza un edificio de dos plantas con una fachada de piedra. Al entrar en él encontramos una estancia moderna destinada a ser el bar-restaurante de la Fonda Sala. Y si continuamos caminando hacia el interior, accedemos al restaurante Sala. Una sala de comedor un tanto anticuada, clásica o tradicional. Podríamos hablar de un comedor contemporáneo de finales de los 90 o inicios de los 2.000.

Cuando vas a un restaurante con estrella Michelin, normalmente, te esperas un local singular, original, peculiar. Quizás, esta es una expectativa errónea por nuestra parte. Quizás por la corta experiencia que tenemos en este tipo de restaurantes. Si bien es cierto que, los que entienden dicen que, para otorgar una estrella Michelin es necesario una buena calidad del producto, dominar su punto de cocción, una buena relación calidad/precio y una cocina de gran fineza. Por lo tanto, el local parece que carece de importancia.

Ambiente

A nuestra entrada al restaurante solo había dos mesas empezando a cenar. En una de ellas se encontraba el típico comensal con un tono de voz bastante elevado del cual oyes toda la conversación y parece que estas cenando junto a él. Dado que el techo del local tiene menos altura de lo habitual y que existe bastante recubrimiento de madera, hacía que las ondas sonoras percutieran por toda la sala generando una especie de eco muy suave.

A pesar de ello, encontramos un ambiente agradable, tranquilo, sosegado y para nada exaltado. No recuerdo el número exacto de mesas en la sala, pero se ocuparon 5 mesas, alrededor de la mitad. La atmósfera del restaurante fue bastante confortable donde todas las mesas las ocupaban parejas disfrutando de la velada.

Servicio

El servicio del restaurante Sala de Olost esta capitaneado por Sergi Sala, hermano del chef Toni Sala. Ambos dos son hijos de Toni Sala y Aurora Gabasa, los propietarios de la Fonda Sala. Sergi tiene una ayudanta en su equipo, los dos son los encargados de hacer que el cliente se sienta como en casa y que la experiencia valga la pena.

La calidad del servicio es notable. Tanto Sergi como su ayudanta ofrecen un servicio cordial y profesional. En cada momento, los tempos fueron los adecuados. No hubo ni prisas ni demoras en ninguna ocasión, ni en tomar comanda, en pedir el vino ni en el momento de servir los platos o bebidas.

Como en nuestra última crítica gastronómica, en el restaurante Somiatruites de Igualada, el trato del servicio tuvo un punto extra de profesionalidad. Un trato con una ligera falta de acercamiento al comensal. Algo que venimos exigiendo en nuestras opiniones de restaurantes. Aunque somos conscientes que un acercamiento más estrecho es algo que a no todo el mundo puede gustar.

Menú

El chef del restaurante de Osona es Toni Sala y nos ofrece una propuesta tradicional con puntadas modernas y vanguardistas. Algo que en nuestro blog de cocina valoramos mucho y muy bien es el hecho de utilizar productos de temporada y productos de kilómetro 0.

Pues bien, tenemos que decir que aquí Toni lo hace a la perfección. En el Menú degustación de temporada encontramos una mezcla perfecta de esos dos tipos de productos (temporada y km. 0) junto a platos de caza, otra especialidad de la casa.

Cada uno de los platos de los que consta el menú contiene ingredientes de máxima calidad. En dos de ellos encontramos trufa negra de Osona. Otro contenía bogavante de altísima calidad y punto de cocción perfecto. El plato de pescado era rodaballo salvaje, que se notaba en cada mordisco. Incluso en los postres, el cheesecake contenía dos quesos de kilómetro 0 de alta calidad.

Calidad/precio

Esta última característica que analizamos, nos deja un sabor agridulce para el restaurante Sala de Olost. Agridulce en el sentido de que, por una parte, encontramos que el precio del menú es un tanto elevado. Pero, por la otra, tenemos en cuenta que los ingredientes del menú ya tienen un precio elevado de por sí solos. Pero es que además tenemos que tener en cuenta que son de muy alta calidad.

Si por todo ello no fuera poco, tenemos que ubicar nuestra visita en medio de la invasión rusa de Ucrania de principios de 2022, una tasa de inflación para final de marzo que casi roza los dos dígitos. Y además, la reciente subida conjunta de precios de los menús gastronómicos de la mayoría de restaurantes españoles como El Celler de Can Roca o la subida de precios de DiverXO.

Después de analizar cada uno de los puntos comentados, tenemos que otorgar un notable alto a la relación calidad-precio del restaurante de Osona.

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Hoy os traemos nuestra opinión personal del Somiatruites en Igualada. Uno de esos pocos restaurantes que cuenta con una estrella verde Michelin. Aprovechando el puente de Carnaval, hicimos una escapada corta. Corta en cuánto a días y en cuanto a distancia. Pero eso sí, muy bien aprovechada.

Esta vez fuimos a visitar la comarca de la Anoia (Barcelona). Y como es habitual, después de encontrar donde dormir, lo siguiente es buscar donde comer. Habíamos oído hablar del Somiatruites y no podíamos dejarlo escapar. Así que reservamos una mesa para ir a comer.

El Somiatruites cuenta con una doble distinción de la guía Michelin. Por una parte tiene la distinción Bib Gourmand, que engloba a aquellos restaurantes con una calidad-precio excelente. Y por la otra, cuenta también con la estrella verde Michelin. Esta última distingue a aquellos restaurantes que fusionan gastronomía y sostenibilidad. Para este 2022, un restaurante que ha ganado esta distinción es el Celler de Can Roca, del que puedes leer nuestra opinión en el enlace.

Somiatruites

El restaurante Somiatruites se halla en la ciudad de Igualada, la capital de la Anoia, a 1 hora escasa de Barcelona y justo al lado del Museo de la Piel de Igualada. Si estás por esta zona, te recomiendo eches un ojo a nuestra guía de restaurantes en Barcelona.

Como comentaba antes, el restaurante Somiatruites está galardonado con la estrella verde Michelin para este 2022. Esta distinción reconoce a los restaurantes que muestran su compromiso con la sostenibilidad en el campo de la gastronomía y respetan a la naturaleza, así como un esfuerzo innovador para preservar el medio ambiente. Si tú también persigues esta filosofía, descubre nuestra guía para cuidar el medio ambiente.

El Somiatruites dispone de dos ofertas gastronómicas diferenciadas. Entre semana ofrece un menú por 16€ muy completo. Un precio para nada alejado del precio medio de un menú diario en Igualada. Por otra parte, el fin de semana, su oferta se centra en un formato tipo carta. Donde podemos encontrar platos desde los 9€ hasta los 13€. Sin tener en cuenta la sección de platos a compartir que oscila en el rango de 5€ a 10€. Para los postres hay un precio estándar de 5€ para cualquiera de los 6 postres disponibles.

Crítica gastronómica del Somiatruites en Igualada

Local

El restaurante Somiatruites en Igualada nace como el proyecto de un hotel-restaurante de dos hermanos, uno arquitecto y el otro cocinero. Ubicado en pleno centro del barrio del Rec de Igualada, donde la industria de la piel inició sus andaduras en Cataluña, el esqueleto del edificio pertenece a una antigua fábrica. De hecho han aprovechado algunos elementos de la antigua curtiduría, pero también han agregado elementos más modernos que encajan a la perfección.

Aparcar en la zona puede ser o muy fácil o muy difícil, me explico. Justo enfrente del edificio existen una plazas de aparcamiento, si es tu día de suerte, el nuestro lo fue, podrás aparcar sin problema con vistas a una plaza y al Museo de la Piel. De no ser así, deberás de buscar aparcamiento por las estrechas calles aledañas donde la mayoría son de zona azul o verde.

La estética del edificio, tanto interior como exterior, la podríamos categorizar como industrial. Cuenta con paredes de ladrillo visto y otras de piedra. En el techo hay unos llamativos recortes de cuero que cuelgan de él, un claro guiño a la historia del edificio y de la zona en general.

La pequeña cocina del restaurante está parcialmente abierta, por lo que puedes ver a todos sus cocineros preparando los platos de los comensales. Según hemos podido leer, en la cubierta del Hotel Somiatruites se halla un huerto propio de unos 400 m², que además de hacer de aislante, provee al restaurante de sus propios productos.

Ambiente

Fuimos la segunda mesa en llegar al restaurante, por lo que al principio estuvimos muy tranquilos. A medida que avanzaron los minutos, la sala se fue llenando cada vez más. Se trataba del domingo de Carnaval e imagino que por ello, al menos ese día, hubo un lleno ya que se ocuparon todas las mesas disponibles.

El restaurante cuenta con dos salas separadas por un ancho pasillo. En la sala más grande se oía jaleo y movimiento de personas. Nosotros, en una salita más pequeña, estuvimos bastante bien ya que solo teníamos una mesa al lado y a una distancia prudente. Quizás por el tema del Covid-19 las mesas estaban separadas unas de otras.

Quizás, en un día de fin de semana habitual, el ambiente en el restaurante es algo más tranquilo. Pero claro en Carnaval ya se sabe, todo vale.

Servicio

El servicio del Somiatruites (Igualada) está formado por un equipo joven de chicas. Al menos, nosotros no vimos ningún camarero el día en que estuvimos allí. El equipo es rápido, atento y profesional.

La calidad del servicio fue de más a menos, aunque nada desastroso. Al inicio de nuestro servicio sí que notamos una gran atención para tomar nota y servirnos las bebidas, así como los primeros platos. Pero a medida que fue avanzando el pase, está celeridad fue bajando poco a poco. Imagino que el hecho de que la sala estuviera llena, tuvo alguna implicación. Pero nada reprochable, ya que esta sensación vino al final, con los postres y cafés.

El trato del servicio es profesional y el ritmo de los platos es muy adecuado, muy pocas esperas entre plato y plato. Aunque el servicio fue muy correcto, sí que notamos una pequeña falta de afectuosidad o acercamiento al comensal. Si bien es cierto que después del servicio recibido en el restaurante Maralba en Albacete, cada comparación realizada es odiosa, difícil de superar el trato recibido.

Menú

Zhou Mengxin es la chef del restaurante de Igualada el Somiatruites, mujer de David Andrés. Juntos hacen una genial dupla para ofrecer tanto platos típicos de la ciudad como cocina tradicional catalana. Todo ello con destellos de cocina de autor, toques divertidos y matices chinos.

Hablar de David Andrés no es hablar de cualquier cocinero. En 2017 fue declarado como uno de los jóvenes más influyentes del mundo. Ha trabajado mano a mano con Jordi Cruz en su restaurante tres estrellas Michelin ABaC. Y también en el restaurante gerundense El Celler de Can Roca. Desde 2019, es el chef del restaurante Via Veneto en Barcelona.

Es por todo ello que cualquiera de los platos que se ofrecen en este restaurante de Igualada, tiene una muy buena calidad, preparación y diseño. Debemos tener en mente que estamos hablando de platos de 10€-13€. Por lo tanto, lo que se nos ofrece por ese precio es increíble.

Una selección de platos muy variada donde encontraremos platos para todos los gustos y paladares. Una presentación de los platos dedicada, con mimo y, en algunos de ellos, divertida, como es el caso de los postres.

Calidad/precio

Como no podía ser de otro modo, la calidad-precio de este restaurante obtiene la mayor nota en nuestra valoración. La Guía Michelin lo tiene claro, por eso han otorgado al Somiatruites en Igualada la distinción Bib Gourmand. En esta ocasión no podemos estar en desacuerdo.

Un precio por plato de entre 10€ y 13€, donde encontramos platos elaborados con esos toques que mezclan la cultura china con la catalana, no se puede pedir más.

El punto negativo de este apartado sería, bajo nuestra humilde opinión, el precio de los vinos. Los encontramos ligeramente elevados. Todo y que pedimos un vino blanco de la zona, los precios de las botellas de vinos empezaban en los 20€.

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Teníamos muchas ganas de visitar el restaurante Les Magnòlies en Arbúcies. Un restaurante con estrella Michelin que tenemos muy cerca de casa y del que siempre hemos oído buenos comentarios. Por suerte, tenemos grandes restaurantes en la provincia de Girona y éste estaba en nuestra lista desde hacía ya demasiado tiempo.

El restaurante Les Magnòlies se encuentra en la pequeña localidad de Arbúcies, ubicada en pleno Parque natural del Montseny y con poco más de 6.500 habitantes (2020). Un bonito pueblo de montaña alejado de las grandes urbes de calles y edificios amontonados, de las vastas masas de gente y de los lujos de las metrópolis.

El chef del restaurante, Víctor Torres, propone una cocina catalana y creativa, apostando por productos locales y de origen ecológico. Su idea es ofrecer a sus comensales una cocina moderna con una técnica que procura no perder de vista los valores tradicionales.

Ya sabéis como nos gusta todo lo ecológico y de proximidad en SartenPorElMango. Oímos esas palabras y se nos dibuja una gran sonrisa. Cuando vemos, olemos y degustamos los platos y los productos… Es música celestial para nuestros oídos.

Les Magnòlies, aparte de los platos de carta, dispone de 2 menús con los que degustar su cocina. El ‘Menú de Tast‘, el menú más ‘pequeño’, y pequeño entre comillas, consta de 9 platos y 2 postres. Suficiente para degustar la excelencia de su cocina. Es un menú muy variado con el que comes muy bien y para nada acabas con hambre.

El otro menú del que dispone el restaurante de Arbúcies es el ‘Menú Gastronómico les Magnòlies’. Un menú con 14 platos y 3 postres. Un menú más completo, que se compone de algunos de los platos del menú anterior y otros adicionales.

Los precios de los menús son de 68 € y 92 € respectivamente. No son para nada menús caros teniendo en cuenta la calidad de los ingredientes, el amable personal de sala y el cuidado local donde se ubica Les Magnòlies.

Crítica gastronómica de Les Magnòlies en Arbúcies

Local

Les Magnòlies está ubicado a las afueras de Arbúcies, en una torre del 1871 (s. XIX) restaurada y en el corazón del Montseny. Es una zona muy tranquila, residencial y donde aparcar no debería de ser un problema. En la larga calle donde se ubica el restaurante siempre habrá algún hueco para aparcar nuestro vehículo.

Cuando entras en la finca del restaurante se respira paz, tranquilidad, reposo. Antes de entrar, fuimos a tomar un aperitivo a la terraza. Allí se encuentran dispuestas unas mesas de jardín, entre unas magnolias centenarias, las cuales dan nombre al restaurante. Estar sentado en la terraza es algo majestuoso. Mientras tomas una cerveza recibes una ligera brisa fresca de las montañas del Montseny que puedes contemplar enfrente tuyo.

La sala del restaurante, ubicada dentro de la torre, tiene una capacidad para 40 comensales. Al entrar, hay una pequeña sala con un par de mesas y, a la derecha, la barra del bar. Cuando pasas esta primera sala, encuentras una segunda sala donde se halla la sala principal.

Una acogedora sala con un estilo sencillo y elegante, de paredes tono verde azulado suave, donde se seguía respirando paz y harmonía. Había bastante distancia entre mesas, lo que se agradece, ya que dispones de tu espacio personal. Éramos 5 comensales y nos ubicaron en una mesa redonda muy amplia, con espacio suficiente para todo el menaje sin estar todo apelotonado.

Ambiente

Reservamos a una hora temprana y, aun así, al entrar en la sala, ya había una pareja comiendo. A medida que iba avanzando el pase, la sala se fue llenando. Finalmente, se llenó toda la sala, incluso las mesas que había en la antesala.

Todo y que la sala se ocupó por completo, en todo momento hubo un ambiente muy agradable, pudimos disfrutar de la comida conversando sin ningún tipo de problema y comentando cada uno de los platos.

La iluminación de la sala, el mobiliario, el tono de las paredes, el servicio, el tono de conversación de la sala, todo ayudo a obtener un ambiente muy placido y relajado.

Igual que antes de la comida estuvimos en la terraza, una vez terminamos con los postres, pasamos a la terraza a tomar los cafés y alguna copa. La verdad que aquella terraza, con aquellas vistas, no tiene precio. La sensación de calma y reposo que alcanzas bajo la sombra de las magnolias y la brisa del Montseny es indescriptible, hay que estar allí para comprenderlo.

Servicio

Al igual que el ‘Local’ y el ‘Ambiente’ de este restaurante de Arbúcies, el servicio ofrecido es excelente. Está, sin lugar a duda al mismo nivel que la terraza exterior y la calidad del menú que más adelante describiremos, obviamente, en la sección ‘Menú’.

El servicio está capitaneado por Isidre Fradera, gerente del restaurante, con la majestuosa ayuda de su hija, Neus Fradera y el resto del personal. Padre e hija hacen una dupla perfecta, haciendo que te sientas como en casa desde que cruzas la puerta de entrada. El trato es refinado y elegante, pero a la vez muy cercano.

Nada que envidiar al servicio de un tres estrellas Michelin como el Celler de Can Roca. No queremos desprestigiar, ni mucho menos, el servicio del restaurante de los hermanos Roca, sino todo lo contrario, queremos ensalzar el servicio ofrecido por el personal de sala de Les Magnòlies.

Nos sentamos a la mesa y ya, desde el primer momento, notamos esa afectuosidad que se dilato durante todo el servicio. Camareros muy atentos en todo momento, a la hora de servir y retirar los platos, vigilantes con las copas de vino y los vasos de agua, así como al servicio de pan. Siempre había algún camarero dispuesto a ofrecer un poco más de pan o completar vasos y copas.

El ritmo del servicio fue correcto, se sucedió alguna pausa un poco más larga de lo habitual entre plato y plato, pero como no teníamos ninguna prisa, nada que objetar. Al final, para poder disfrutar completamente de este tipo de experiencias, no debes ir consultado el reloj a cada rato.

Menú

Como decía anteriormente, el restaurante de Arbúcies dispone de dos menús con los que poder degustar la propuesta del chef Víctor Torres. Son menús muy bien pensados y muy bien trabajados por su equipo. En cada plato se ve un magnifico trato a cada uno de los ingredientes y elaboraciones presentes en ‘el para conseguir un excelente resultado.

Estamos hablando de un restaurante donde trabaja con ingredientes muy frescos y de mucha calidad y, siempre que es posible, de proximidad. El trabajo en cocina es muy fino, ya que la mayoría de las elaboraciones permiten que los productos se deshagan en la boca con una suavidad irresistible para cualquier paladar.

En esta ocasión optamos por el ‘Menú de Tast‘, un increíble menú con 9 platos y 2 postres. Dado que nuestra visita tuvo lugar en otoño, el menú incluía productos tan otoñales como el boniato, la calabaza o setas entre otros.

Uno de los platos, que lo encontraras en la sección del Ambiente, estaba compuesto totalmente por setas de temporada. Y algo que le da al menú un plus de calidad es el hecho de que la recogida se realiza íntegramente en el Parque Natural del Montseny.

Destacar también que, a mitad del servicio, nos ofrecieron una mantequilla de hongo hecha en casa junto a pan también elaborado en el propio restaurante.

Los platos que más nos gustaron a nosotros, sin lugar a duda, fueron: ‘Albóndigas de ciervo, boniato e higos‘, ‘Bouilabaisse, salmonete y trinxat de hinojo‘ y el postre ‘Calabaza, yogur y almendra‘.

Calidad/precio

En el apartado de la relación calidad/precio, Les Magnòlies (Arbúcies) obtiene un más que merecido excelente. En el menú encontramos productos de calidad, de proximidad y ecológico y eso se paga. Teniendo en cuenta todo esto, el precio del menú es más que aceptable y por eso le hemos otorgado esa nota.

Nos gusta ser exigentes y creemos que, para evolucionar y mejorar, siempre hay que serlo. Este es el motivo por el que no hemos otorgado la máxima puntuación posible. A día de hoy, el restaurante Maralba en Almansa, es el único restaurante al que hemos ofrecido la máxima puntuación en este apartado.

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Un año después de nuestra reserva, llegó el momento de poder cenar en El Celler de Can Roca, en Girona. El templo por excelencia de la gastronomía mundial. Y es que este restaurante gerundense ha sido uno de los mejores restaurantes de todo el mundo durante la última década. Obteniendo el primer lugar en los años 2013 y 2015. Por descontado, y como no podía ser de otra manera, cuenta con la distinción de tres estrellas Michelin de la apreciada guía.

El restaurante es regentado por los tres hermanos Roca con la misma humildad que cuando lo abrieron en 1986. Seguramente ahí radica su éxito, aparte de ser cada uno de ellos uno de los mejores del mundo en su posición. Así tenemos que Joan Roca es el chef del restaurante, Josep Roca es el jefe de sala y sumiller y el más pequeño de los tres, Jordi Roca, se ocupa de la parte dulce del restaurante, siendo el repostero jefe del restaurante.

A inicios del siglo XVI, Miguel Ángel (Michelangelo) se encargó de decorar la bóveda de la Capilla Sixtina, la residencia oficial del papa. Los que entienden de arte dicen que aquello fue una obra sin precedentes que cambiaría el devenir del arte occidental. Tal fue aquel hecho, que aquellas pinturas del pintor italiano fueron descritas como “Belleza inigualable“.

Obviamente nosotros no entendemos de arte, pero estamos seguro que la oferta gastronómica del restaurante gerundense se acerca mucho, por no decir que iguala, a aquella obra de arte. Cada plato servido en el Celler de Can Roca (Girona) es algo mágico, es un deleite para los sentidos. Cuando estás sentado a la mesa, estás deseando acabar el plato actual para ver el siguiente. A nivel visual es un escándalo, pero es que a nivel gustativo… No hay palabras. La explosión de sabor en boca es, también, de una belleza inigualable. Más aún si tenemos en cuenta el juego de texturas que encontramos.

Crítica gastronómica de El Celler de Can Roca, Girona

Local

El Celler de Can Roca está ubicado en la calle Can Sunyer, número 48 de Girona. El restaurante no está en el centro de la ciudad, sino a unos 2 kilómetros, en un barrio humilde de trabajadores. Muy cerquita de donde los padres de estos tres magníficos artistas tienen aún el restaurante inicial de la familia y donde se iniciaron profesionalmente.

En 1.995 la familia Roca adquiere la anhelada Torre de Can Sunyer, donde inicialmente la destinan a un negocio de catering y eventos. No es hasta 2.007 que se trasladan a este nuevo espacio, denominado desde entonces Torre de Can Roca.

En la entrada a la finca lo primero que nos encontramos es un pequeño jardín, donde, después de la experiencia gastronómica, será el lugar donde nos podremos tomar los petit fours y, si queremos, alguna copa. Desde el propio jardín, se puede ver que la cocina de ubica en la planta baja de la Torre de Can Roca.

Anexada a la Torre, encontramos la sala del restaurante, una sala triangular como símbolo de los tres pilares que forman cada uno de los hermanos Roca. En el centro de ese triángulo, un bosque interior que forma un patio interior acristalado que permite la entrada de luz a la sala.

En la sala, grandes mesas redondas, con mucha distancia entre ellas, algo que ya era así antes de la pandemia.

Ambiente

Recepción

Habíamos reservado nuestra cena para empezar a las ocho de la tarde, pero unos días antes nos pidieron si podíamos ir al restaurante media hora antes. De esta manera, entramos al restaurante muy puntuales a las 19:30h.

Nos dirigimos a la recepción y allí les indicamos que teníamos una mesa reservada. Allí estaba Joan Roca, deseando una buena velada a todos los comensales que llegaban. Aunque para él yo era un comensal más, para mí fue todo un honor poderlo saludar de tú a tú y estar a sólo unos centímetros de un gran chef de su altura.

Entrada en la sala

Cuando entramos al restaurante ya estaba prácticamente lleno, solo quedaban dos mesas que se ocuparon poco después de la nuestra. Pese a ser una sala relativamente grande, la ocupación es moderada, habiendo sólo una fila de mesas en la sala triangular. Todo y entrar con el restaurante prácticamente ocupado en su totalidad, el ambiente que se respiraba era increíble. Todos los comensales en su mesa, deleitándose con la propuesta del restaurante gerundense, haciendo fotos, comentando los platos…

Como decíamos, nuestra entrada fue a las siete y media de la tarde y no abandonamos la sala hasta la medianoche. Es decir, estuvimos un total de cuatro horas y media que pasaron súper rápido. En todo momento hubo tranquilidad y calma en la sala, pudiendo mantener una conversación sin ningún tipo de problemas.

Solo hubo algún momento puntual en que una mesa de cuatro comensales alzaba la voz y se podía escuchar la conversación en las mesas anexas. Por suerte, el restaurante tiene dos reservados para grandes grupos y se puede disfrutar de la cena con bastante tranquilidad.

Servicio

Bienvenida

En un restaurante como El Celler de Can Roca, con tres estrellas Michelin, el servicio no podía defraudar, y no lo hizo.

Al principio fue un poco caos porque en unos cinco minutos nos atendieron más de cinco camareros diferentes. El primero fue un camarero que nos dio la bienvenida y nos explicó cómo funcionaba la carta (usando un código QR). En dos momentos distintos vinieron dos sumilleres a pedirnos la bebida, dos camareros a pedirnos el menú, uno a ofrecernos una copa de cava de bienvenida y otro para acomodar nuestros enseres personales. Como nota graciosa decir que fue un poco estresante porque no parábamos de ver caras nuevas y no sabíamos con quién habíamos hablado y con quien no, más aun teniendo en cuenta que los camareros llevaban mascarilla.

El pase

Una vez se estabilizo todo, ya tuvimos a nuestro camarero de referencia. Siempre atento, muy servicial y predispuesto. Nos explicó los platos con mucho detalle y siempre se preocupó de que tuviéramos agua o vino en nuestros vasos y copas. Si en cualquier momento teníamos dudas con algún ingrediente o elaboración del plato no dudaba en respondernos muy amablemente.

Si bien el trato del servicio fue excelente, sí que echamos de menos un trato mucho más próximo como el que tuvimos en el restaurante almanseño Maralba la semana anterior. Aunque también hay que decir que ya nos esperábamos este trato tan profesional en el restaurante gerundense debido a que se trata de un restaurante con tres estrellas Michelin y uno de los mejores del mundo. Es evidente que esa proximidad no se puede ofrecer en este tipo de restaurantes.

Menú

En el Celler de Can Roca (Girona) solo tienes dos opciones para comer, pero que son suficientes. La carta dispone de dos menús. Un primer menú más pequeño que consta de 6 platos y 2 postres. Y luego el menú festival, donde nosotros pudimos degustar hasta 12 platos y 3 postres. No hay (relativa) gran diferencia en el precio, así que optamos por el menú grande para poder así, disfrutar el doble de la experiencia.

Entrantes

Por si en el menú festival hubiera pocos platos, la antesala fue una ronda de hasta 16 entrantes. Eran entrantes pequeños tipo tapa, para comer todo de un bocado y sin cubiertos.

Cada uno de los 16 bocados era una explosión de sabor en boca, algo deslumbrante. En cada entrante se percibía una combinación de sabores y texturas que era algo fabuloso.

Menú Festival

El pase del menú fue algo abismal, algo asombroso. El nombre del menú le queda a la perfección, es todo un festival. Pudimos degustar doce platos muy variados y tres postres.

Empezamos con una ensalada verde. Pero la sencillez del nombre no refleja para nada el plato. Podéis ver la ensalada en una de las imágenes de esta publicación. Llegamos a contar hasta 8 ingredientes distintos y hasta 7 elaboraciones, vamos, nada que ver con una ensalada verde al uso.

Después de este plato inicial pudimos degustar una gran variedad de platos con un altísimo nivel, desde platos de verdura hasta platos de carne, pasando por platos de marisco y pescado. Cada uno de ellos con gran explosión de sabor y texturas. Cada plato contaba con una larga lista de ingredientes y elaboraciones.

Si tuviéramos que destacar algún plato, lo haríamos con el tartar de remolacha. Un plato con ese ingrediente como principal donde se descubrían variedad de sabores y texturas. Y también nos gustaría destacar el cochinillo a baja temperatura que podéis ver en la imagen superior.

Calidad/precio

Que el precio del menú festival del Celler de Can Roca no es para todos los bolsillos, está claro. Que la experiencia hay que vivirla, al menos una vez en la vida, también.

La calidad que encontramos es estratosférica, no hay manera de encontrarle ni un punto malo, pero claro, esa calidad se tiene que pagar. También hay que tener en cuenta que también se paga el local, del servicio, de la cantidad de gente que hay detrás de cada plato y un largo etcétera de intangibles.

Todos los restaurantes con tres estrellas Michelin que hemos consultado tienen un precio similar y se mantienen todos en la misma franja. Asimismo, podemos concluir que el precio pagado va acorde con la experiencia vivida.

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En esta publicación os traemos nuestra crítica gastronómica del restaurante Maralba en Almansa (Albacete), con dos estrellas Michelin. Aprovechando unos días de vacaciones para ir a visitar a la familia, también quisimos, cómo no, hacer una visita gastronómica en tierras manchegas. De este modo, pusimos rumbo a Almansa para ir a visitar la ciudad, el Castillo de Almansa (que ya teníamos ganas) y la propuesta del chef Fran Martínez en Maralba.

Ahora pasaremos a detallar nuestra experiencia en este restaurante, pero ya de entrada tenemos que decir que hemos roto todos nuestros moldes. Por primera vez hemos dado un 10 en una categoría, pero no sólo eso, sino que lo hemos tenido que hacer (por fuerza) en tres de ellas!!!

Para este 2021, Maralba es uno de los 8 restaurantes con estrella Michelin en toda Castilla-La Mancha. Además tiene el privilegio de ser el único en contar con dos estrellas de esta apreciada guía. El restaurante tiene esta distinción desde el 2017. Por lo tanto podríamos decir sin miedo a equivocarnos que Maralba es uno de los mejores restaurantes de Almansa, Albacete y toda Castilla-La Mancha.

Maralba se define como una cocina manchega con balcones al Mediterráneo. Y eso es exactamente lo que se encuentra en este restaurante. Recetas tradicionales albaceteñas y manchegas versionadas por el chef usando las nuevas técnicas de cocina. Utilizando tanto productos locales como productos de nuestra preciada dieta mediterránea.

Antes de nuestra visita al restaurante ya hubo algo que nos sorprendió muy positivamente. Todo y tratarse de un ‘dos estrellas Michelin‘, los precios de los menús podrían catalogarse como para cualquier bolsillo. En pocos restaurantes del mundo con esta distinción se podrá degustar un menú por 56€. Algo parecido nos pasó en nuestra visita a Ca l’Arpa en Banyoles.

Maralba tiene en su oferta 3 menús que van desde los 56€ hasta los 96€. Si comparamos los precios con otros restaurantes de esta categoría, pocos encontraremos más económicos. Por no decir que hay restaurantes con una estrella Michelin, incluso ninguna, donde tienen menús con un precio superior que el “Gran Menú de FRAN MARTÍNEZ” por 96€.

Crítica gastronómica de Maralba en Almansa

Local

Maralba se encuentra en el número 5 de la calle Violeta Parra de Almansa, en la zona nordeste del municipio albaceteño. El restaurante está prácticamente al lado del Castillo de Almansa. De hecho, nosotros fuimos a visitar el castillo justo antes de nuestra comida.

La zona donde se ubica el restaurante es una zona residencial, por lo que en su misma calle no es fácil aparcar, además hay muchos vados y zona azul. Nosotros pudimos aparcar sin problema en la zona deportiva de Almansa, junto a las pistas de atletismo. Que por cierto, alucinamos con la zona deportiva de Almansa, ya que tiene de todo. Tiene pista de pádel, pistas de tenis, pistas de atletismo, piscina exterior, piscina cubierta, campos de futbol, campo de futbol 7, pabellón polideportivo… En fin, un largo listado de instalaciones deportivas que muchas ciudades envidiarían seguro.

La elegante sala del restaurante es pequeñita, pero muy acogedora. Pudimos contar un total de 6 mesas, que no está mal teniendo en cuenta las restricciones de aforo y las normas de las distancias de seguridad que hay que cumplir en tiempos de Covid-19.

Teníamos reserva y al entrar nos acompañaron a nuestra mesa. En un reservado que contaba con nuestra mesa de 3 y una gran mesa redonda para 6 personas. Nuestra mesa estaba junto a la acristalada bodega del restaurante, en una esquina, donde pudimos disfrutar de una gran experiencia.

Ambiente

El ambiente que se respiraba en el restaurante era muy bueno, ideal para poder deleitar todos y cada uno de los platos del menú. Nuestra ubicación en la sala era perfecta, estábamos dentro de un reservado, no teníamos a nadie al lado y, al ser los primeros, estuvimos más de media comida solos.

Durante toda nuestra estancia en el restaurante almanseño estuvimos muy a gusto, no se escuchó ninguna voz de ninguna mesa y eso que, para ser un miércoles, el restaurante se llenó en el pase de la comida.

Como comentábamos, más tarde, se llenó una gran mesa redonda, ocupada por 6 personas. Pero ni con los nuevos vecinos, que fueron muy agradables, hubo ningún ruido molesto y se podía mantener perfectamente una buena conversación mientras se comía.

Como ya sabéis, nos cuesta mucho dar el 10 en cualquier categoría y por eso, para ésta, nos vamos a quedar en el 9’5. Aunque podría ser un 10 sin ningún problema porque nos sentimos súper bien.

Servicio

Qué decir del servicio…? Nos quedamos sin palabras, fue simplemente perfecto. No nos gusta poner la nota máxima, pero para esta categoría, no encontramos motivo alguno para no ponerle el 10, no hubo fisura alguna.

Una vez dentro del restaurante, nos recibió Cristina, la jefa de sala y sommelier, un encanto de persona y mujer del chef. Seguramente por ello cuando entras en Maralba te sientes como en casa, el trato es excepcional.

Desde el momento en que entras al restaurante, hasta el momento en que sales por la puerta, no puedes parar de estar agradecido al trato recibido, tanto por parte de Cristina, como por el resto de los camareros que nos atendieron.

Cristina nos recomendó un vino para acompañar a nuestro menú. Nos recomendó un vino blanco Albariño que estaba exquisito, encajaba perfectamente con el menú. Un vino un poco afrutado y que pasaba muy bien. Cuando nos acabamos la botella (sí, pasaba súper bien), le pedimos consejo para hacer unas copa de vino tinto. En esta ocasión nos recomendó un vino D.O. Almansa, un vino fuerte con cuerpo y con mucha personalidad, muy rico también.

Cada uno de ellos siempre estuvo muy atento y fueron muy serviciales y amables. En ningún momento nos faltó agua en el vaso o vino en la copa. Nos presentaron los platos de una manera excelente y siempre estuvieron dispuestos a responder a la preguntas que podíamos tener. Nada que ver con nuestra visita a Ca l’Arpa.

Tenemos que decir que el trato con el servicio de sala ha sido uno de los mejores que hemos recibido, no podemos poner ni un pero, fue simplemente excelente, de matrícula de honor.

Menú

Si el servicio de Maralba (Almansa) fue excelente, el menú fue sublime. En esta categoría tampoco hemos podido encontrar un punto negativo a mencionar. Es por ello que no tenemos más remedio que otorgarle otro 10 al restaurante almanseño.

Para nuestra visita optamos por el ‘Gran Menú de FRAN MARTÍNEZ‘, quisimos degustar toda su oferta gastronómica. Y no nos defraudó para nada, fue todo un acierto.

La variedad del menú es magnífica. Los entrantes son muy diversos, un pan de jabugo con una tira de jamón, hasta un pan de garbanzos, pasando por un plato tan manchego como el ‘ajo mataero‘.

El pase de los platos fue excepcional, pudimos degustar 8 platos a cada cual mejor. Un surtido muy variado de productos y sabores, un placer para el paladar. Además de una presentación de los platos soberbia que iba muy acorde a la vajilla utilizada en cada caso. Nos es muy difícil quedarnos con uno o dos platos de todo el menú por el gran trato que se le da a los ingredientes en cocina. Todo y eso, nuestra selección sería el ‘Sepionet de playa‘ y el ‘Pato con maíz a la brasa‘.

Una vez finalizado el pase de platos y antes de los postres está el famoso “Que te la den con queso” de Fran Martínez. Un plato con un toque de humor donde degustas hasta 4 variedad de quesos muy especiales y diversos. Donde algunos de ellos son quesos de proximidad, cosa que se agradece mucho.

El menú constaba de dos postres que también nos dejaron con la boca abierta. Presentación increíble, técnicas perfectamente ejecutadas y sabor esplendido, nada que objetar.

El gran menú del Chef es una muy buena elección para aquellos que quieran degustar toda su oferta y que no les importe comer en cantidad. Es un menú que la calidad y la cantidad van de la mano, combinando ingredientes de proximidad y recetas tradicionales manchegas. Un gozo para todos los sentidos sin duda alguna.

Calidad/precio

La relación calidad/precio del restaurante almanseño Maralba es, de nuevo, excelente. Como ya hemos comentado, el menú es increíble no podemos ponerle ninguna pega. Y el precio pagado por él se ajusta perfectamente tanto a la cantidad de comida, como a la calidad, como al trato de los ingredientes en cocina.

Como decíamos al inicio de esta publicación, hay muchos restaurantes sin ninguna estrella Michelin donde el precio del menú es superior y la calidad no se acerca ni de lejos. Y si comparamos el precio con otros restaurantes con dos estrellas Michelin, no hay color. El menú está a la altura, pero tener un menú de 56€ está a la altura de muy pocos.

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Nuestra visita a Ca l’Arpa, en Banyoles, ha sido la primera de este 2021, año 1 post pandemia. Ya teníamos muchas ganas de poder salir a descubrir restaurantes. Y esta temporada lo hemos hecho con un estreno muy notable, un restaurante con estrella Michelin!

Ca l’Arpa se define como un hotel gastronómico, ubicado en el centro de Banyoles, junto al ayuntamiento. La idea de su propietario y chef, Pere Arpa, es transmitir el espíritu de las antiguas fondas familiares, típicas catalanas. Así, su mayor deseo es el de recuperar recetas tradicionales de la zona, con productos de la tierra, reinterpretándolo y actualizándolo con las nuevas técnicas culinarias, siempre bajo un ambiente familiar.

El chef apuesta por una gastronomía que alaba la cocina tradicional catalana. Apostando por los productos de proximidad que da la tierra y trabajan los proveedores locales, todos ellos de altísima calidad. Como ya sabéis, todo ello tiene un gran valor para SartenPorElMango, ya que lo valoramos muy mucho.

Ca l’Arpa tiene un gran abanico de opciones para probar su cocina. Como siempre, tenemos la opción de degustar alguno de los platos del chef Pere Arpa en su carta. Pero si nos inclinamos más por la opción de menú, podremos probar gran parte de su propuesta culinaria en 4 menús muy variados.

Lo que nos ha gustado de este surtido de menús es que cualquiera puede ir a comer a este restaurante con estrella Michelin. Las opciones son muy diferentes y para todos los bolsillos. Ca l’Arpa tiene un menú de mediodía (entre semana) por solo 24€. Tiene dos menús medios, uno de 45€ y otro de 60€. Y el último, un menú degustación, con un precio de 80€. Un precio más apropiado para un restaurante con esta distinción de la famosa guía.

Crítica gastronómica de Ca l’Arpa en Banyoles

Local

El restaurante Ca l’Arpa está ubicado en la planta baja del propio hotel, justo al lado del ayuntamiento de Banyoles, en el centro de la población. Hay que decir que es una zona muy agradable para dar un paseo, ya que la calle principal del pueblo está al doblar la esquina. Y a menos de 1km, unos 10 minutos a pie del Lago de Banyoles. Un precioso lago para dar un paseo mientras se contempla la fauna existente y las increíbles vistas del lago y las montañas que lo rodean.

Es difícil encontrar una plaza de aparcamiento para dejar nuestro vehículo en la misma calle del restaurante, pero podemos aparcar con mucha facilidad si nos alejamos un poco de la zona centro. Nosotros dejamos nuestro coche en la calle Pere Alsius i Torrent. Una calle muy larga con zona blanca y zona azul donde había aparcamiento de sobras y tardamos entre 6 y 8 minutos en llegar al restaurante a pie.

El restaurante, con una decoración contemporánea, hace que la velada sea agradable y confortable. Las mesas y las distancias eran muy amplias, cosa que se agradece en época post pandemia. Al entrar, a mano izquierda, encontramos la bodega del restaurante y a mano derecha la cocina. Tiene algunas paredes de cristal, por lo que se puede ver a los cocineros mientras preparan las elaboraciones.

Ambiente

Fuimos los segundos en llegar al restaurante y pudimos elegir prácticamente la mesa que quisimos. Elegimos una disponible en el fondo, bastante amplia y aislada respecto a las demás.

La velada fue muy agradable. En toda la noche, sólo se ocuparon 4 mesas. Cabe decir que fuimos un viernes por la noche y eso seguramente se notó. Cuando llamamos para reservar (al inicio de la semana), nos dijeron que el sábado y domingo ya estaba completo.

Junto con nosotros, el resto de clientes (todo parejas) fueron muy agradables, manteniendo siempre un tono de conversa muy adecuado que permitía hablar con nuestro acompañante sin problema alguno.

Servicio

El servicio fue lo peor de nuestra velada. El atributo con peor puntuación de todos los que valoramos. No es que tuviéramos ningún problema con el camarero ni pasara nada grave, sino que creemos que el servicio no estuvo a la altura para un restaurante con estrella Michelin.

A nuestra llegada, nos recibió el chef Pere Arpa. Pero fue quien nos atendió también durante todo el servicio. Desconocemos el motivo. No sabemos si porque es el arranque después de la pandemia, si porque fuimos un viernes y solo había 4 mesas, pero que te atienda el chef, deja un poco que desear…

Aparte de este ‘incidente’, el servicio fue lento, no teníamos ninguna prisa, pero nos hubiera gustado un poco más de alegría en el ritmo del servicio. Sobre todo, al final, cuando después del postre, pasaron muchos minutos, unos 20, hasta que se nos preguntó si queríamos alguna cosa más.

Algo que también nos impactó, fue el compás de las bebidas. Al inicio se nos llenó el vaso de agua y las copas de vino, la segunda vez tuvimos que pedirlo y la tercera nos tuvimos que levantar nosotros mismos a servirnos porque las botellas no estaban en nuestra mesa, sino en una mesa auxiliar. Para más inri, ninguna de las botellas estaba en cubitera, por lo que los últimos tragos no fueron nada refrescantes.

Menú

Como hemos comentado anteriormente, si hubo algo que nos gustó mucho de Ca l’Arpa (Banyoles), fue la variedad de menús disponibles para el comensal. Algo muy atractivo porque cualquier puede encontrar su menú según su presupuesto. Algo que sí que echamos de menos en nuestra visita a La Formatgeria de Llívia, donde todos los platos eran a la carta.

Degustamos un menú personalizado, que contenía una selección de algunos de los platos de los cuatro menús que ofrece el restaurante.

Antes de empezar, nos trajeron una tabla con rebanadas de pan hecho por el restaurante, junto a una mantequilla de curry ahumado. Gran detalle por su parte.

Los ingredientes de los platos eran de calidad. Muchos de ellos de proximidad como los embutidos de los entrantes. El trato que le habían dado a los ingredientes en cocina era muy bueno, tanto el salmón como el cordero estaban en su punto, se deshacían en la boca y se avenían por completo con su guarnición.

Platos muy apetecibles, muy sabrosos y, aunque simple vista podría parecer escasa, una ración muy equilibrada.

Los platos que más nos gustaron a nosotros, sin lugar a duda, fueron las ‘Sardinas marinadas con puré de garbanzos y pipas calabaza‘ y el postre, ‘Manzana al horno con helado de regaliz‘.

Calidad/precio

La relación calidad/precio de este restaurante de Banyoles es muy aceptable. Encontramos un producto de calidad, un buen trato al producto de proximidad y el precio se ajusta mucho a lo que pides. Sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de un restaurante con una estrella Michelin.

Si bien es cierto que el servicio no está a la altura, en este apartado solo hemos evaluado la relación entre lo que hemos pagado y la calidad del producto que hemos comido.

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Aprovechando nuestra pequeña escapada por la Cerdanya, quisimos acercarnos a La Formatgeria de Llívia, en la población de Gorguja. Este restaurante tiene, para 2021, el distintivo ‘Plato Michelin’ de la prestigiosa guía Michelin. Si eres un amante del queso, no puedes pasar por alto este restaurante y la parada es casi obligatoria.

La Formatgeria de Llívia se encuentra en una antigua fábrica de quesos, en pleno corazón de la Cerdanya y de los Pirineos, rodeada de montañas y prados.

Su cocina, de montaña con pinceladas modernas, está dirigida por Jordi Valero y Marta Vidal. A ambos, con una larga experiencia en el mundo gastronómico, les gusta trabajar con un producto de calidad, de proximidad y de temporada y eso nos encanta en SartenPorElMango.

Local

La Formatgeria de Llívia se encuentra justo en la frontera entre España y Francia a poco más de 2 km de Llívia y encontrar el restaurante es muy sencillo, ya que hay una vaca colgada en la fachada que se ve desde la carretera.

Como hemos comentado, el restaurante se sitúa en una antigua fábrica de quesos y eso hace que este local destaque por su gran amplitud, lo cual permite que la distancia entre las mesas sea muy amplia, cosa que se agradece, sobre todo, en tiempos de Covid-19.

El recinto dispone de dos alturas distintas y de seis espacios bien diferenciados donde desde cada uno de ellos se puede disfrutar de las vistas que ofrece el valle que rodea este enclave.

El interior es muy acogedor, ya que predomina mucho la madera y va acorde con la zona donde se encuentra, más si cabe si la visita es en épocas gélidas y podemos disfrutar de los paisajes nevados de los alrededores.

Lo que nos gustó mucho es que las mesas son muy amplias y permite disponer de mucho espacio para ubicar copas, vasos, platos y cubiertos y, aun así, comer tranquilamente con mucho espacio sin problema.

Ambiente

Nuestra visita al restaurante tuvo lugar en invierno y el ambiente que se respiraba era muy navideño, montañas nevadas y mucha madera en el interior.

Nos ubicamos en la planta superior, cerca de una de las esquinas, bajo una claraboya. La verdad es que estuvimos muy bien, había mucha claridad, pudimos disfrutar muy bien del paisaje del exterior y además pudimos estar distanciados de las otras mesas.

Es un restaurante que se puede disfrutar en pareja debido a la calma que se respira en sala, o al menos en el espacio en el que estuvimos. El tono del resto de comensales era muy débil y permitía mantener una conversación de forma muy agradable.

El restaurante también tiene habilitados espacios para familias y grupos, ya que de camino a nuestra mesa, pudimos ver en la planta inferior mesas más grandes que aceptan más comensales y vimos varias familias y algún grupo de amigos.

Servicio

Debido a las restricciones por la Covid-19, el restaurante solo daba un único turno para el servicio del mediodía, fuimos de los últimos en llegar y no pudimos elegir mesa, por lo que al llegar al restaurante una chica del personal nos acompañó a nuestra mesa y a partir de ahí se convirtió en nuestra camarera.

Su servicio fue excelente, atenta en todo momento, un trato agradable y con simpatía. Nos atendió muy bien y con unos tiempos de espera muy buenos a pesar de que el restaurante estaba completamente lleno.

Menú

Algo que echamos de menos en La Formatgeria de Llívia fue un menú degustación donde poder probar un surtido de toda su cocina. En cambio, en su carta solo se podían elegir platos individuales. La mayoría de la carta, y no podía ser de otra manera, gira en torno al queso.

Entrantes

Es una carta variada donde se pueden saborear varios entrantes, algunas carnes y algunos platos de temporada, aunque la especialidad de la casa son las fondues de queso. Tanto es así que tanto nosotros, como las mesas de nuestro alrededor tenían una de estas como plato principal.

Nosotros nos decantamos por un ‘Trinxat de la Cerdanya‘ (¿como no?) y un ‘Mi-cuit’ de pato como entrantes y la fondue de queso Camembert como plato principal.

El Trinxat

El Trinxat tenía una presentación muy diferente a la tradicional, más moderna, con los ingredientes por separado y siguiendo una forma cilíndrica. La parte de la verdura estaba un punto seca, así como la papada cocinada a baja temperatura que además costaba cortar. En conjunto, era un plato aceptable, se dejaba comer, con buen sabor. Lástima de ese punto de horneado que quizás dejó el plato poco jugoso.

El Mi-cuit

El plato de ‘mi-cuit‘ venía acompañado por unas tostadas y a diferencia de lo habitual, había más mi-cuit que tostadas y eso se agradece, ya que así se puede degustar bien su sabor sin que sea todo pan.

Para nuestro gusto al mi-cuit le faltaba un poco de ese gusto tan inconfundible.

En cualquier caso el plato estaba bueno, y había bastante cantidad, pero le faltaba ese punto de sabor tan característico.

El plato principal

Nuestro plato principal fue la fondue de camembert, un plato muy vistoso y atractivo por su presentación. El queso viene ya fundido en una cacerola y debajo colocan un pequeño fogón para que el queso se mantenga en un estado más líquido.

El queso viene acompañado de (mucho) pan, de pepinillos y unos trozos de frutas y verduras crudas (manzana, zanahoria y tomates cherry). La cantidad de queso es considerable, nosotros tuvimos problemas para terminarlo y eso que nos gusta comer

El queso camembert no falló, lo que no encontramos muy acertados fueron los acompañamientos, en especial el pepinillo y la manzana. Pero bueno, en boca, el sabor mezclado con el queso fundido era, si más no, interesante.

Postres

En los postres nada que destacar, pedimos un mel i mató porque ya estábamos bastante llenos. Un postre muy correcto, presentación correcta, y sabor adecuado.

Calidad/precio

La relación calidad/precio de La Formatgeria de Llívia es aceptable todo y que no es de lo mejor de esta valoración. La calidad del producto es buena, pero el precio es más francés que español. Decimos esto porque seguramente un comensal español pensara que el precio de la carta ‘pica’ un poco mientras que para un comensal francés será aceptable.

Esta situación es muy común en poblaciones que están muy cerca de la frontera debido al gran tránsito de personas que hay. En Puigcerdà también pudimos confirmar esta tendencia de los precios.

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